De Esquerra a Esquerra


Artur Mas encajó el domingo el varapalo electoral haciendo un llamamiento a Esquerra Republicana (ERC) para que le acompañe en el viaje de su nuevo Gobierno al reconocer que no tiene fuerza suficientepara dirigir Cataluña en solitario. Y se propone dos objetivos: convocar la consulta soberanista en estos cuatro años y que los independentistas asuman la gobernabilidad del día a día, un eufemismo para ocultar la palabra recortes. La posible alianza entre Convergència i Unió (CiU) y Esquerra no es nueva y retrotrae al primer Parlamento catalán desde la instauración de la democracia en donde el histórico partido republicano le dio apoyo al primer Gobierno de Jordi Pujol.
En 1980, Pujol fue nombrado presidente de la Generalitat y se convertiría a la postre en el dirigente más longevo al mantenerse en el cargo 23 años. Y también en el principal responsable de que en Cataluña haya gobernado y tenido en 30 años mayorías parlamentarias y Gobiernos nacionalistas. De las 10 legislaturas habidas hasta ahora, ocho han sido dominadas por CiU y en tres, en minoría, necesitó la denominada geometría variable que ahora no le funciona a Mas. Sucedió en 1995 con los socialistas; en 1999 y en 2010 con los populares. Solo en dos mandatos (2003-2006 y 2006-2010), Cataluña fue dirigida por una coalición de izquierdas, el célebre Tripartito formado por socialistas, republicanos y ecosocialistas. Artur Mas erigió en 2010 su triunfo sobre las cenizas de ese Ejecutivo progresista en el que primó la ideología de izquierda sobre la cuestión soberanista.
Fuente: Generalitat de Cataluña. / EL PAÍS
Convergència ha hecho el pleno en las diez citas electorales y ha conformado por tanto mayorías parlamentarias nacionalistas pese a no gobernar. En 2003 hubo un cambio de registro cuando por primera vez se abrió la expectativa de que era viable una mayoría alternativa sumando todos los votos de la izquierda. En la legislatura anterior, en la iniciada en 1999, en los años del Pacto del Majestic entre CiU y PP, Jordi Pujol pudo elegir entre el PP y ERC, que tenían por igual 12 diputados. Y lo hizo por el PP, despreciando a los republicanos.
Las cosas cambiaron. La victoria de Pasqual Maragall en 2003 (en número de votos que no en escaños, superado por CiU) propició que todas las miradas se fijaran en Esquerra porque tenía la llave del cerrojo: sus 23 escaños eran suficientes para dar la presidencia o bien a Mas o bien a Maragall. Quedaba la duda de qué pesaría más: si su vertiente más independentista o la de izquierdas. Y quedaba la historia: en 1980, la ERC de Heribert Barrera se negó a pactar con la izquierda por rechazo total al PSUC, e invistió a Pujol presidente. Lo pagó caro: cuatro años después pasó de 14 a 5 escaños. Pero en 2003, harta del ninguneo de CiU, que siempre prefirió a los populares y en plena efervescencia de la izquierda —la época de las manifestaciones contra la guerra de Irak—, ERC se decantó por el tripartito.
Tras una época de travesía del desierto, los independentistas regresan a un escenario visto hace 30 años: que pueda dar su apoyo a un Gobierno de CiU aunque en esta ocasión Mas le invita a que se implique en la gobernabilidad aunque sin aclarar todavía si desea que entre en el Ejecutivo catalán. La situación era prácticamente inimaginable en la última legislatura porque Mas no los necesitaba y siempre prefirió aplicar la geometría variable con la popular Alicia Sánchez-Camacho, con quien comparte buena parte de la política económica. Es más, Esquerra en este breve mandato ha pasado sin pena ni gloria, con un líder (Oriol Junqueras) sin escaño y eclipsada en el papel de la oposición por Iniciativa, mucho más combativa y autora del célebre icono de las tijeras de los recortes.
Pero, al final, el partido de Junqueras ha acabado siendo depositario del descontento de los ajustes aplicados por el Ejecutivo catalán. Muchos de los votantes de CiU han acabado votando a ERC. Y ahora está siendo empujada por Mas hacia la gobernabilidad. CiU nunca perdonó que los independentistas propiciaran el Tripartito pero ahora la situación es distinta. Pese a las distancias que puedan tener en cuestiones sociales, en algo están de acuerdo: que el Parlamento catalán tiene una clara mayoría soberanista (74 escaños sobre 135) y que llega a 87 si se agrega a Iniciativa, que sí desea la consulta popular.
FUENTES EL PAIS:ES

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