El socialismo catalán lleva a su programa el derecho de autodeterminación


Entre el soberanismo de CiU y el centralismo del PP, el PSC se erigió ayer en la tercera vía para a las elecciones del 25 de noviembre y lanzó una propuesta que podría abrir un cisma importante en el PSOE. Los socialistas catalanes, que desde fuera de Cataluña son acusados muchas veces de mantener posiciones próximas al nacionalismo, plantearon la necesidad de que las Cortes españolas acometan una reforma federal de la Constitución para que incluya explícitamente el derecho a decidir del pueblo de Cataluña a través de una consulta legal.
Es hora de renovar el pacto constitucional a través de la construcción de un estado federal, propugna el PSC en su ideario. Los socialistas catalanes consideran que es preciso proceder a una «revisión en profundidad» de la relación entre Cataluña y España en el marco europeo y los plasman así en su programa electoral aprobado. «Manifestamos nuestra convicción de que los ciudadanos de Cataluña tendrán que decidir libremente cualquier propuesta de modificación sustancial de las relaciones entre Cataluña y España, acordada entre las instituciones catalanas y españolas, a través de un referéndum en el que se proponga una pregunta clara a la que se tenga que responder de forma inequívoca, aceptando o rechazando el proyecto sometido a consulta», asegura el texto.
Los socialistas se comprometen en su oferta eletoral a promover las reformas necesarias para que los ciudadanos de Cataluña «puedan ejercer su derecho a decidir mediante un referéndum acordado en el marco de la legalidad» y en el que, dicen, votarían que no a una pregunta soberanista.
«Nuestra propuesta de reforma de la Constitución -dijo el primer secretario del PSC, Pere Navarro- es respetuosa pero no miedosa, debe reconocer la singularidad de Cataluña, con un trato específico y margen de maniobra». Según los socialistas catalanes, cuyo programa electoral supone un giro a la izquierda, la manifestación de la Diada mostró que la «insatisfacción, el descontento y el malestar» ha crecido en las relaciones entre Cataluña y España.
Ante el temor de que el fracaso cosechado por los socialistas en Galicia y Euskadi pudiera repetirse en Cataluña dentro de un mes, el PSC trató de marcar perfil propio, aunque las encuestas son muy poco favorables para ellos. Hasta el punto que el sondeo que publicó ayer La Vanguardia, vaticinó un resultado desastroso para el PSC, con 18 escaños, diez menos que hace dos años y muy lejos de los 52 que obtuvo Pasqual Maragall en 1999. Las encuestas reflejan además una dura pugna con el PP por la segunda plaza en las elecciones, un vuelco que de producirse sería histórico.
Fugas catalanistas
Desde las filas socialistas intentan que las elecciones no sean un mano a mano entre CiU y el PP, o lo que es lo mismo entre «los independentistas y los centralistas», según la terminología del PSC. En una campaña que estará marcada casi de forma absoluta por el tema identitario, el socialismo propone una tercera vía para diferenciarse del PP y para evitar que los votantes más catalanistas de sus filas puedan optar por Iniciativa per Catalunya o Esquerra Republicana. Por este flanco ya han tenodo una fuga, al del exconsejero Ernest Maragall, quien ya ha anunciado que dejará el partido y formará uno nuevo, de signo más catalanista.
El día que Maragall lo anunció propuso que «los catalanes deban poder decidir libre y plenamente cuál debe ser su estatus en relación con España y Europa», y que «el derecho de autodeterminación se pueda ejercer en el inmediato periodo constituyente». Poco distinto de lo que plantea ahora el PSC. Los socialistas, en cualquier caso, ponen el acento en que su propuesta de referéndum tiene que ser legal, a diferencia del proyecto de Artur Mas de convocar la consulta aunque la ley española no se lo permita.
El derecho a decidir o el derecho de autodeterminación abrirá a buen seguro una brecha entre el PSC y sus compañeros del PSOE, para los que la palabra referéndum supone todo un tabú más propio de nacionalistas que de socialistas. Ambas formaciones hermanas tienen aún pendiente de aprobación un nuevo estatus de relación entre ellas, que entre otras cuestiones plantea que los socialistas catalanes puedan tener voz y grupo propio en el Congreso.

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