El potencial del Constitucionalismo en Cataluña


Un pacto fiscal entre el estado español y el gobierno catalán sería teóricamente el remedio más seguro para evitar la ruptura de tipo legal y emocional que la consulta soberanista anunciada por el presidente de la Generalidad, Artur Mas, causaría a los catalanes y al resto de los españoles. Tal se desprende de la respuesta a la siguiente pregunta formulada por la consultora Feedback, en el sondeo publicado ayer domingo por La Vanguardia.
"Si Cataluña obtuviera un pacto fiscal similar al del País Vasco, ¿qué votaría Vd. en un referéndum sobre la independencia?
El 44,78% responde que en ese caso votaría contra la independencia, mientras que el 42,88% votaría a favor aún en el supuesto de oferta de un pacto fiscal. Estos porcentajes arrojan un cambio significativo, en relación con la misma pregunta hecha hace dos semanas.
De la comparación se desprende que la idea de un pacto fiscal ha debilitado, aunque sea ligeramente, la opción independentista, ya que entonces los que rechazaban el pacto como alternativa a la independencia eran el 45,68%, mientras que los que sí lo aceptaban eran el 42,23%. El pacto fiscal, pues, ganó ayer casi tres puntos y el independentismo perdió casi tres. La pérdida sería aún mayor si nos remontásemos a la encuesta de finales de septiembre, cuando eran el 47,68% los que querían la independencia con o sin pacto fiscal. Es decir, una pérdida de casi cinco puntos en un mes.
Si quitamos el condicionante del pacto fiscal y vamos directamente a "independencia sí o independencia no", los resultados son 54,8% y 35% respectivamente. En comparación con la misma pregunta formulada a finales de septiembre, el sí a la independencia se ha reducido en dos puntos (54,8% a 52,8%), y el rechazo a la independencia ha aumentado en dos puntos (33 a 35%).
La proximidad de resultados entre dos posiciones tan extremas como "independencia sí o no" muestra que esta cuestión puede ser altamente divisiva de la sociedad catalana, aunque augura (en el mejor de los casos para el independentismo) un resultado no resolutivo en un hipotético referéndum sobre la independencia.
Otra manifestación de los estados de opinión en Cataluña, de gran significado para la conducción de la crisis y su contención dentro del marco constitucional, se halla en las respuestas a las modalidades de consulta que se podrían hacer sobre el tema genérico de la autodeterminación. La opinión se inclina mayoritariamente por algún tipo de consulta sobre el futuro status constitucional de Cataluña, aunque con una ligerísima tendencia a la baja. El resultado de ayer: 81,5% a favor. El de hace dos semanas: 81,7%. El rechazo de plano a la consulta se mantiene, entre las dos encuestas, en 17,5%.
La encuesta no dilucida la cuestión de la validez legal de la supuesta consulta. La Vanguardia, en su extracto de la encuesta, utiliza equívocamente los términos referéndum y consulta. El referéndum, como se sabe, está excluido sin autorización del congreso español, mientras que la consulta (esperan los opinantes) puede verse amparada "a través de la ley de consultas que aprobará el Parlament". Son partidarios de esta última opción el 71,4%, y son sólo el 24% los que piensan que debería acatarse "la prohibición del Gobierno español".
La dinámica de la Diada y la coyuntura económica
La encuesta arroja alguna duda sobre el origen de la actual dinámica soberanista desatada en Cataluña en la Diada de septiembre, con su gran manifestación de aparente apoyo a la independencia. Toda esa dinámica debe mucho a la coyuntura en que están sumidas España y Cataluña y mucho menos de lo que se pretende a viejas querellas identitarias o economicistas.
A la pregunta de "¿Por qué ahora se habla más de independencia  y se cuestiona la relación entre Cataluña y el resto de España"?, las respuestas identifican una serie de causas, pero la que predomina es el efecto que la crisis económica está teniendo sobre la coyuntura política: "la crisis económica - piensa el 70,5 -lo cuestiona todo", mientras que son muchos menos los que señalan motivos de tipo constitucional para la ruptura: sólo el 31,3% culpa a las interpretaciones restrictivas del Tribunal Constitucional al estatuto de Cataluña como una de las causas, y sólo el 21,9% opina que el modelo constitucional de 1978 se ha agotado.
Sin embargo, a tenor de la encuesta,  existe todavía mucho margen para resolver los problemas de Cataluña en un marco constitucional. Casi un 53% cree que una reforma de la constitución haría posible el acomodo de las demandas de Cataluña, mientras que son sólo 27% los que consideran que ya "es imposible recuperar puntos de encuentro, y la única salida es la independencia".
Mientras el constitucionalismo aún mantiene el tipo frente a los embates del soberanismo, Artur Mas parece creer que es demasiado tarde. En la presentación, ayer domingo, del programa electoral de Convergencia i Uniò ("Catalunya 2020") para las elecciones del 25 de noviembre, el president puso su confianza sólo en el pueblo de Cataluña "a través de su derecho a decidir y el ejercicio de la democracia en estado puro".
Mas manifestó no creer en las ofertas de diálogo recién expresadas por el presidente Rajoy, porque "nunca han tenido la iniciativa de ayudar a que Cataluña no tenga este déficit fiscal. Siempre hay que ir detrás de ellos, nunca sale de ellos nada que pueda favorecer a Cataluña". Aunque en su discurso no hubo un rechazo expreso del marco constitucional, sí lo hubo implícito, puesto que declaró que su compromiso electoral es impulsar una consulta de autodeterminación en esta misma legislatura para que el pueblo catalán se pronuncie sobre sus objetivos nacionales.
En vivo contraste con la posición de CiU, el partido socialista de Cataluña presentó ayer su programa, que aboga por una reforma federal de la constitución, en la que se reconozca expresamente el derecho a decidir del pueblo catalán. El PSC, dijo Pere Navarro, su secretario general, se encuentra en la vía media entre "el centralismo del PP y la profecía temeraria de Mas" por la independencia. Navarro teme que una Cataluña independiente acabe por ser un país endeudado, "con un prestigio económico por construir y también intervenido".
Así, pues, vemos que las fuerzas políticas principales de Cataluña hacen planes sobre el futuro dando por supuesto que la constitución está liquidada o necesita seria reforma, mientras que, como muestra la encuesta conocida ayer, el constitucionalismo está lejos de haber exhalado el último suspiro. Quizás la idea de "democracia pura" de Mas pueda resolver las aparentes discrepancias.

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