Martes, 18 de diciembre de 2012 OPINIÓN LAS CLAVES DE LA JORNADA ALBERT RIVERA ELECCIONES CATALANAS ICV-EUIA ACTUALIDAD OPINIÓNCOTIZALIATEKNAUTASDEPORTESACVVANITATISMULTIMEDIA José Antonio ZarzalejosLAS CLAVES DE LA JORNADA Las opciones-refugio de los catalanes hartos


Todos sabemos que nadie querrá embarcarse con nosotros, tomar parte en las empresas colectivas que proclamemos, si no vencemos de raíz los factores explosivos de nuestro temperamento y eliminamos todo histerismo en los días de responsabilidad suprema” (Jaume Vicens VivesNoticia de Cataluña. Página 227. Edición de Destino de 2012).
En Cataluña, como en otras comunidades de España, hay un casi tangible hartazgo de la política convencional y de sus representantes. Se percibe, especialmente, en las clases medias y en las más humildes. El martes pasado viví un incidente llamativo en Mataró. Mientras Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP de Cataluña, se reunía con un grupo de vecinos agobiados por la inseguridad ciudadana (lo hacía en un bar de la localidad), un hombre entrado en años pero en edad laboral, gritaba indignado contra todos y contra todo. Estaba en paro y parecía desesperado. Otros vecinos, a la vez que le tranquilizaban, contaban sus miserias.
En una zona deprimida de la comunidad, con altas tasas de desempleo y una convivencia un tanto crispada con inmigrantes de hábitos y maneras muy distintas a las propias, el ambiente resultaba denso, casi desolador. Ciertamente, no era Alicia Sánchez-Camacho -al menos en Mataró- la merecedora de las invectivas vecinales, pero se ha llegado a un punto de indiscriminación total en la indignación hacia los políticos, de modo que cualquiera vale para -como dijo un ciudadano que contemplaba a mi lado la escena- desahogar la rabia contenida.
Por eso, es muy posible que la abstención pueda ser una de las grandes opciones-refugio en las elecciones catalanas del domingo. Abstenerse en ellas –cuando se tienen por plebiscitarias- indicaría que una buena parte de la ciudadanía ha arrojado la toalla y pasa de las urnas. Un gravísimo problema porque, así, vencerán de calle los sectores movilizados. Otra opción-refugio que se maneja con profusión en algunos ambientes de cierto nivel cultural -por ejemplo, el universitario- es el voto en blanco, al que algunos politólogos atribuyen un gran valor representativo y propugnan que se traduzcan en escaños vacíos en las asambleas legislativas.
Pero, además de la abstención y el voto en blanco (también el conscientemente nulo), en Cataluña emerge con fuerzaCiutadans, liderado por Albert Rivera. Este, hijo de catalán y de andaluza, es un joven bien preparado, hábil dialéctico y carente de complejo alguno. Impugna el nacionalismo con rotundidad y lo hace “tanto por sectario como por corrupto” y se opone terminantemente a la independencia. Tras él, un grupo de intelectuales catalanes, vacunados contra cualquier veleidad identitaria, como el profesor De Carreras o el escritor Félix Ovejero, artistas como Boadella, o periodistas como Espada, le suministran energía intelectual de choque.
Ciutadans, que no ostenta ninguna posición de poder institucional, podría más que doblar en el Parlamento de Cataluña su actual representación (3 escaños), nutriéndose de anteriores votantes del PSC y del PP. Ambos partidos reconocen paladinamente que no han logrado movilizar a sus electores de las generales de 2011 y apenas si han conseguido hacerlo con los que les respaldaron en las autonómicas de 2010. En términos participativos, la formación de Albert Rivera se configura como una clara opción-refugio.
Otra es ICV de Joan Herrera, que ha ido matizando su inclinación independentista y aumentando los decibelios de su discurso social de tal manera que ha atraído hacia sí a electores de izquierda que antes se movían en torno al socialismo. Y para los más radicales independentistas -que ya no creen ni en CiU, ni en ERC- ha irrumpido la Candidatura de Unidad Popular (CUP), de izquierda extrema y base municipalista, y a la que algunas encuestas otorgan una horquilla de entre 2 y 3 escaños, después de que Laporta y Solidaridad Catalana por la Independencia hayan desaparecido del horizonte electoral de los catalanes.
Hay catalanes hartos, tanto en un extremo como en el otro, y emplazados en ninguno de los dos. La consecuencia podría ser una alta abstención, mucho voto en blanco, el incremento de ICV -acaso tres escaños más sobre sus actuales diez- y, especialmente, de Ciutadans y de CUP, de tal modo que el dibujo parlamentario sería el de un nacionalismo independentista hegemónico (CiU más ERC) y una oposición fragmentada: PSC, PP, la propia ICV, Ciutadans y, seguramente, la extrema izquierda de CUP.
Como para suponer que Cataluña es una Fuenteovejuna en la que todos van a una. Por el contrario, la pluralidad -y el cabreo- es mayor que en la mayoría de comunidades españolas. Hay catalanes hartos a manta de Dios.
fuentes http://www.elconfidencial.com

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