Cruce de acusaciones en el Congreso

El fondo del debate de la comparecencia de ayer del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el Congreso no fue la actuación policial a propósito del asalto fascista a la delegación de la Generalitat en Madrid el Onze de Setembre. Los grupos parlamentarios alertaron de que el ataque no fue un hecho aislado sino un síntoma de algo muy grave, el aumento de la violencia ultra, que, por otra parte, se da también en otros países de Europa. La experiencia profesional llevó al socialista Joan Rangel a espetarle al ministro que «no era difícil de interpretar que algo así podía suceder». Aunque es cierto que los grupos de extrema derecha están identificados, resultaría incomprensible y escandaloso que se hubieran detectado eventuales movimientos e Interior no hubiera reaccionado preventivamente.

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Información publicada en lapágina 6 de la sección deOpinión de la edición impresa del día 20 de septiembre de 2013VER ARCHIVO (.PDF)
Pero la comparecencia de ayer derivó en un agrio debate sobre la situación política en Catalunya. En una peculiar aplicación de la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque, el ministro intentó de nuevo poner en el mismo plano la agresión de Madrid y la quema de fotos del Rey en la vía pública en Barcelona, acusó a la Generalitat de fomentar la «hispanofobia» y dejó en el aire la presunta impunidad con la que son atacadas las sedes del PP. Una melé que impidió abordar la necesidad de firmeza jurídica, política y social frente a la violencia ultra. No caben respuestas templadas al resurgir del fascismo en la base de la democracia, porque usará cualquier rendija que halle.

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