Una cosa es defender el derecho a decidir y otra muy distinta, acabar siendo mercenarios del derecho a decidir”. La frase de un dirigente del Partit dels Socialistes (PSC) que reclama el anonimato refleja la tensión interna vive el partido desde que Artur Mas lanzara su órdago soberanista. La apuesta del presidente de la Generalitat alteró la convivencia en todas las fuerzas catalanas, pero ninguna como el PSC está viviendo una sangría incesante de bajas por discrepancias con la línea de la dirección. No es fácil evaluar la cifra de militantes que han entregado el carné, pero no resulta timorato afirmar que se cuentan por centenares. Solo una parte de las deserciones, las de los cargos públicos, trascienden a los medios. La inmensa mayoría se localizan fuera de Barcelona y su área metropolitana, donde se reclama al PSC el abandono de esa tercera vía que lo sitúa entre el PP y Ciutadans, por un lado, y el bloque soberanista que de CiU, Esquerra Republicana e Iniciativa per Catal
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